La historia ha idealizado a los piratas, convirtiéndolos en rebeldes intrépidos que saqueaban barcos y desafiaban a las autoridades en busca de fortuna y libertad. Sin embargo, más allá de los cañones y los mapas del tesoro, hay un aspecto de la cultura pirata que pocos conocen: el matelotage. En el mundo sin reglas de los piratas, las uniones entre personas del mismo género se convirtió en una práctica reconocida y respetada que constituyó la base de la vida de muchos bucaneros. Aunque algunas de estas relaciones eran meramente económicas para garantizar que la riqueza de un pirata pasase a alguien de su confianza, otras se asemejaban más a un fuerte vínculo fraternal o incluso a un matrimonio. Desde capitanes legendarios hasta jóvenes grumetes, estas asociaciones moldearon el legado de muchos corsarios. ¿Pero qué implicaba esta unión exactamente? ¡Haz clic para averiguarlo!
El crimen marítimo es una profesión muy antigua, ya que la piratería existe desde que las personas se hicieron a la mar. Existen registros egipcios de saqueos a barcos mercantes en el Mediterráneo datados del 1350 a.C.
Entre 1650 y 1730, la piratería floreció en el Atlántico, el Caribe y la costa africana. Esta era, conocida como la Edad de Oro de la piratería, contó con protagonistas legendarios como Barbanegra (imagen), Anne Bonny y Captain Kidd.
La piratería prosperó gracias a la gran cantidad de riqueza que se movía de un lado a otro del océano. Los imperios europeos saqueaban los recursos de sus colonias y los piratas se aprovechaban de los cargamentos de los barcos mercantes para hacerse con oro, plata, especias y otros objetos valiosos.
A pesar de su libertad, los piratas llevaban una vida muy dura. Las enfermedades, la hambruna, los naufragios y las brutales batallas navales estaban a la orden del día, por no hablar del destino que podían correr si los atrapaban.
A diferencia de las férreas jerarquías de las armadas europeas, las tripulaciones piratas a menudo operaban como democracias flotantes. Los capitanes se elegían, los botines se repartían equitativamente y muchos barcos tenían códigos de conducta que garantizaban que todo el mundo recibiese el mismo trato.
Los piratas solían seguir sus propias (y estrictas) reglas. Muchas tripulaciones dejaban acuerdos por escrito que especificaban los castigos por robo, cobardía o desobediencia, lo que garantizaba que su caótico estilo de vida fuese funcional. Uno de estos acuerdos era el denominado matelotage.
Más allá de su reputación de criminales despiadados, los piratas establecieron el matelotage para poder disfrutar de una cierta seguridad financiera y, en muchos casos, de una relación sentimental.
La vida en alta mar dio lugar a una fuerte camaradería entre los bucaneros. Muchos pasaban meses o incluso años juntos, llegando a estar más unidos entre sí que con las familias que dejaron en tierra. Estos vínculos tan estrechos sentaron las bases del matelotage y de unas estructuras sociales únicas entre los piratas.
El matelotage (del francés matelot, "marinero") empezó en el siglo XVII. En un principio era un acuerdo económico que garantizaba que la riqueza de un pirata pasase a un socio de su confianza para que no se perdiese tras su muerte.
En una época en la que los piratas carecían de protección legal, el matelotage les servía como salvaguardia financiera. Un bucanero normalmente nombraba a otro como su beneficiario principal, lo que garantizaba que nadie robase o reclamase su riqueza.
Aunque el matelotage empezó como un acuerdo económico, acabó por adoptar un cariz más personal. Algunos piratas incluso llegaron a establecer relaciones fraternales, sexuales o románticas entre sí.
La novela 'Le Négrier' (1832) del marinero francés Édouard Corbière describe el matelotage como una "camaradería de hamaca", poniendo de relieve la profunda solidaridad que había entre los piratas y lo real de sus relaciones en alta mar.
Algunos historiadores han descrito el matelotage como una conexión institucionalizada que solía celebrarse entre un hombre mayor y uno más joven. Algunas relaciones eran un reflejo de la pederastia de la antigua Grecia, donde los jóvenes solían ganar estabilidad y notoriedad política a cambio de ofrecer su compañía.
No todas las relaciones de matelotage eran puramente románticas. Algunas eran transaccionales, ya que había marineros jóvenes que ofrecían favores sexuales a cambio de comida, seguridad o una condonación de sus deudas. Básicamente, se trataba de una forma de supervivencia.
El matelotage a menudo influía en la jerarquía de los barcos. El corsario George Shelvocke (imagen) fue famoso por ascender a un grumete a primer oficial con una rapidez inusual, lo que llevó a su tripulación a creer que el joven poseía "cualidades especiales".
El matelotage ofrecía otras ventajas además de una herencia. Tener un socio de confianza en un entorno sin ley equivalía a una mayor seguridad, a unos recursos compartidos y a una camaradería en un mundo impredecible.
También hubo piratas famosos que participaron en el matelotage. El pirata inglés Robert Culliford, conocido por desafiar a Captain Kidd, mantuvo una larga relación con un marinero llamado John Swann, algo que sabemos gracias a los registros que se conservan.
No cabe duda de que el matelotage de Culliford y Swann era más que algo financiero. Los registros apuntan a que Swann vivió con el famoso pirata en su barco, lo que sugiere que compartían un vínculo profundo que iba más allá de un mero acuerdo económico.
El matelotage a menudo daba lugar a conflictos nacidos de los celos y la pasión. La complicada mezcla de amor, dinero y violencia en un entorno tan cerrado era el caldo de cultivo perfecto para los arranques emocionales.
Un claro ejemplo de esto ocurrió cuando el capitán Bartholomew Roberts (imagen) mató a un marinero por insultarle. Esto hizo que su matelot quisiera vengarse de él, lo que dio pie a un enfrentamiento entre ambos.
La pareja del marinero asesinado, un tal Jones, atacó a Roberts en un arranque de furia, golpeándolo sin piedad. Sin embargo, a pesar de su dolor, Jones fue condenado a recibir dos azotes de cada miembro de la tripulación por desafiar al capitán.
A pesar de la prevalencia del matelotage entre los piratas, las relaciones entre personas del mismo género seguían estando muy estigmatizadas en tierra firme. La homosexualidad se castigaba con la cárcel e incluso con la muerte, lo que obligaba a muchos piratas a mantener sus relaciones en secreto.
En Tortuga, un bastión pirata del Caribe, hubo varios intentos de prohibir el matelotage. En 1645, el gobernador Jean le Vasseur solicitó el envío de 2000 prostitutas a la colonia por parte de Francia, ya que creía que una mayor presencia femenina reduciría las uniones entre hombres.
En vez de acabar con el matelotage, la llegada de estas prostitutas a Tortuga tuvo un efecto inesperado. Algunos piratas se casaron con ellas pero sin renunciar a sus uniones previas, lo que hizo que se formasen unidades familiares poco convencionales.
El fracaso del plan de Le Vasseur demostró que el matelotage no solo era un producto de la necesidad, sino también una parte esencial de la cultura pirata que ofrecía una seguridad y una compañía que muchos bucaneros valoraban por encima del matrimonio tradicional.
Un motivo por el que el matelotage sigue siendo un misterio es la falta de documentación oficial. Los piratas rara vez dejaban sus vidas por escrito, por lo que es difícil saber cuál era el alcance total de estas asociaciones.
Aunque algunos historiadores sostienen que se trataba de una práctica extendida entre los piratas, otros sugieren que el número de relaciones románticas entre personas del mismo género en alta mar probablemente era el mismo que en el resto de la sociedad, lo que significaría que no todos los piratas seguían esta práctica.
Sin pruebas fehacientes que lo determinen, la prevalencia real del matelotage sigue siendo objeto de especulación. Lo que sí está claro es que se trataba de una práctica aceptada y, en muchos casos, respetada a bordo de los barcos piratas.
En última instancia, el matelotage ofrecía a los piratas algo más valioso que el oro: seguridad, confianza y un compañero con el que sobrellevar los peligros de la vida en alta mar. Era un vínculo que, ya fuese platónico o romántico, gozaba de un gran respeto entre los marineros y que sin duda nos enseña alguna que otra cosa de las relaciones que mantenemos hoy en día.
Fuentes: (All That’s Interesting) (American Marriage Ministries) (Mega Curioso) (Ancient Origins)
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La historia ha idealizado a los piratas, convirtiéndolos en rebeldes intrépidos que saqueaban barcos y desafiaban a las autoridades en busca de fortuna y libertad. Sin embargo, más allá de los cañones y los mapas del tesoro, hay un aspecto de la cultura pirata que pocos conocen: el matelotage. En el mundo sin reglas de los piratas, las uniones entre personas del mismo género se convirtió en una práctica reconocida y respetada que constituyó la base de la vida de muchos bucaneros. Aunque algunas de estas relaciones eran meramente económicas para garantizar que la riqueza de un pirata pasase a alguien de su confianza, otras se asemejaban más a un fuerte vínculo fraternal o incluso a un matrimonio. Desde capitanes legendarios hasta jóvenes grumetes, estas asociaciones moldearon el legado de muchos corsarios. ¿Pero qué implicaba esta unión exactamente? ¡Haz clic para averiguarlo!