En 1991, la Asamblea Constituyente Mundial publicó la Constitución para la Federación de la Tierra. El proceso de creación del documento comenzó en 1958 y continuó hasta su publicación inicial en 1991, como una especie de "ley mundial democrática". Una gran variedad de personas de todo el mundo contribuyeron a su redacción y fue revisada por juristas muy importantes.
Con la intención de abolir la guerra, proteger los recursos de la Tierra y reflejar las necesidades y deseos políticos de la población mundial, y no solo de los dirigentes de unos pocos países, esta ambiciosa iniciativa sigue esforzándose por crecer.
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La Sociedad de Naciones se formó en 1919, mientras que las Naciones Unidas (ONU) no lo hicieron hasta 1945. Ambas entidades se crearon para evitar más conflictos mundiales.
A pesar de su papel y reputación, la ONU se ha enfrentado a numerosas críticas por su incapacidad para abordar los problemas mundiales de forma profunda.
Las resoluciones de la ONU son a menudo un lugar de posicionamiento político, en el que los intereses nacionales brillan por encima del consenso mundial, lo que conduce a una concentración de poder que deja a las naciones menos poderosas con dudas sobre la eficacia de la organización.
A esta decepción han seguido soluciones más radicales, que ponen de relieve el potencial de paz y cooperación mundial a través de distintos formatos.
La Constitución para la Federación de la Tierra pretende precisamente eso. El marco propuesto para unir a las naciones en una única entidad política pretende abordar algunas de las lagunas percibidas en las entidades existentes.
Algunos objetivos de la formación de la Constitución son cuestiones como la guerra, el medio ambiente y el cambio climático, los derechos humanos, la equidad socioeconómica y su aplicación práctica, y la resolución de conflictos en el sentido más amplio.
A mediados de los años 50, se formó un movimiento de federalistas mundiales que abogaba por una gobernanza mundial democrática para abordar los problemas globales más acuciantes.
En lugar de considerarlas meras directrices o resoluciones, lo que los federalistas mundiales proponían era un marco jurídico global y vinculante aplicable a todo el mundo, en cualquier lugar de la Tierra.
El documento reconoce la soberanía de todas las naciones, al tiempo que insiste en una visión global que puede abordarse por medios legales.
Hay varios componentes clave en el marco del documento. Entre ellos: un poder legislativo, ejecutivo y judicial global.
Para muchos, puede parecerse a la estructura del gobierno nacional y, en muchos aspectos, es exactamente eso: una serie de cuerpos gobernantes que formulan, aplican y aseguran la protección de los principios.
El poder legislativo mundial se refiere a un órgano de gobierno representativo de todas las naciones y, por tanto, de los pueblos. Esta entidad es la principal responsable no solo de la representación global, sino también de la elaboración de leyes para el bien común.
El ejecutivo mundial es un órgano que no solo aplica las medidas decididas por el legislativo mundial, sino que gestiona las relaciones entre las naciones.
El poder judicial global es una extensión de un sistema judicial clásico, en el que se evalúa la interpretación y aplicación de la Constitución para proteger los derechos de las personas y resolver adecuadamente las disputas que puedan surgir.
La Constitución se enmarca en los derechos humanos y la justicia social. Las cuestiones medioambientales, las desigualdades socioeconómicas y otros retos globales que fomentan profundas desigualdades son elementos clave de la Constitución.
El sistema de votación es probablemente lo que hace que la Constitución sea tan particular en cuanto a su visión. Sus principios democráticos no se basan únicamente en la representación nacional, sino también en el sufragio.
Sus miembros proponen la votación como práctica clave, quizá a través de algún tipo de sistema de votación global, para garantizar que las decisiones adoptadas reflejen adecuadamente las opiniones de la población mundial, y no solo los ecos de los líderes nacionales.
Este movimiento pretende emular el sistema federal a escala mundial. Los miembros del movimiento creen que, mediante el sistema federal, se establecerá un gobierno democrático mundial.
Aunque ha habido muchas contribuciones de diferentes intelectuales, activistas, organizaciones y profesionales, la Constitución sigue siendo por ahora un mero trozo de papel.
A pesar de su ratificación por miles de particulares, las propias naciones no se han mostrado tan entusiastas con la iniciativa.
La principal preocupación sobre la Constitución y la federalización de la gobernanza mundial es la apariencia de soberanía.
Para reflejar la visión de una verdadera democracia y federación globales, tendría que producirse una alteración de las percepciones de la soberanía nacional para ajustarse adecuadamente al modelo mundial.
Otro argumento es el reto al que se enfrentan todas las normativas internacionales: el problema de los universalismos que se aplican como términos generales en todo el mundo.
Las grandes diferencias culturales, la diversidad religiosa y la amplitud de ideologías políticas hacen que una estructura de gobernanza mundial de este tipo constituya un desafío importante.
Las naciones poderosas, como Estados Unidos, y las estructuras de gobierno regionales, como la Unión Europea, hacen que el consenso democrático sea un reto difícil de cumplir, ya que requiere una dinámica de poder más equilibrada entre las naciones.
Este reto es evidente en la estructura actual de las Naciones Unidas, donde hay algunas naciones que tienen mayor poder de voto que la mayoría de los miembros.
Las dinámicas de poder y los intereses nacionales convergen para producir un contexto desafiante que garantice el imperio de la democracia en la escena mundial.
La puesta en marcha de un proyecto así es increíblemente compleja y difícil para no correr el riesgo de perder su potencial por culpa de la burocracia y la ineficacia inherentes a los sistemas globales.
Aunque la población de todo el mundo ha mostrado un gran interés por resolver los problemas globales, los intereses nacionales y regionales siguen bloqueando avances significativos.
Fuentes: (Earth Constitution Institute) (World Federalist Movement) (Institute for Global Policy)
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La Constitución mundial: un marco legal internacional
Conoce la Constitución para la Federación de la Tierra
ESTILO DE VIDA Ley internacional
En 1991, la Asamblea Constituyente Mundial publicó la Constitución para la Federación de la Tierra. El proceso de creación del documento comenzó en 1958 y continuó hasta su publicación inicial en 1991, como una especie de "ley mundial democrática". Una gran variedad de personas de todo el mundo contribuyeron a su redacción y fue revisada por juristas muy importantes.
Con la intención de abolir la guerra, proteger los recursos de la Tierra y reflejar las necesidades y deseos políticos de la población mundial, y no solo de los dirigentes de unos pocos países, esta ambiciosa iniciativa sigue esforzándose por crecer.
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