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Límpialos a diario -

Es esencial mantener una buena higiene de los pies. ¡Ten en cuenta que los usas todos los días! Lavarlos debería formar parte de tu rutina de baño diaria, aunque también puedes limpiarlos por separado en agua tibia con un jabón natural.

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Cómo hacerlo -

Evita el agua fría o caliente: lo ideal es una temperatura media. A pesar de lo relajante que pueda ser, no los dejes a remojo demasiado tiempo, ya que puede ser contraproducente.

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Inspecciónalos a diario -

Revísate los pies a diario en busca de cortes y heridas, aunque no sientas dolor o molestia.

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Eso incluye los dedos -

¿Tienes moratones, hinchazón o la piel seca? ¡Comprueba también el espacio entre los dedos!

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Y las uñas -

Presta especial atención a las uñas. Las infecciones fúngicas son muy comunes en esta zona, ya que los pies suelen pasar mucho tiempo dentro de los calcetines y zapatos.

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Hidrátalos con regularidad -

Acostúmbrate a hidratarlos cada día con crema o vaselina. Lo ideal es hacerlo por la noche justo antes de ir a dormir.

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Pero mantén los dedos secos -

Evita echarte crema entre los dedos. Conviene mantener esta zona seca para prevenir infecciones.

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No lleves calcetines mal ajustados -

Cuando nos sudan los pies, la humedad queda retenida dentro de los calcetines. Los que son demasiado pequeños o apretados pueden causar irritación.

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Cuidado con lo que te pones -

Asimismo, los calcetines demasiado altos o apretados alrededor de los tobillos o gemelos pueden afectar a la circulación sanguínea.

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Los riesgos asociados a la diabetes -

La gente con diabetes tiene un mayor riesgo de desarrollar problemas en los pies. Incluso un pequeño corte puede tener graves consecuencias.

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Posibles daños neurológicos -

Las úlceras, callos, juanetes (ver foto), talones agrietados y uñas encarnadas son solo algunos de estos problemas. La diabetes puede causar lesiones nerviosas que resten sensibilidad a los pies, de ahí que sea importante revisarlos todos los días.

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Mayor riesgo -

Cualquier persona diabética es susceptible de sufrir daños neurológicos, pero el riesgo aumenta si los niveles de azúcar en sangre son difíciles de controlar o si se tiene sobrepeso, hipertensión o el colesterol alto.

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Calcetines para diabéticos -

Si tienes diabetes, plantéate comprar unos calcetines especiales acolchados y hechos con un material antihumedad.

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Zapatos del tamaño adecuado -

Evita ponerte un calzado demasiado apretado (esto se aplica a cualquier persona, en realidad). Si los zapatos te hacen daño o te molestan, puede que se deba a que no son de tu tamaño.

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Nada de chanclas -

Están bien para pasar unas horas en la playa, pero nada más. Casi no ofrecen sujeción, por lo que son pésimas para los pies.

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Cambia de zapatos -

No compres zapatos guiándote únicamente por lo que está de moda. ¡Lo principal es la comodidad! También harías bien en no calzar el mismo par todos los días.

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Córtate las uñas con regularidad -

Es importante controlar la longitud de las uñas, pero tampoco conviene que estén demasiado cortas. Asimismo, déjalas siempre rectas para evitar que las esquinas se encarnen al crecer.

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Lima las esquinas -

Limar las esquinas también puede ayudar a evitar que las uñas se encarnen.

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Córtatelas con cuidado -

También es importante que te las cortes con cuidado. Si no eres capaz de hacerlo solo, pide ayuda.

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Callos y ampollas -

Los callos y durezas suelen ser una acumulación de piel dura y gruesa en los pies, manos o dedos. La causa más común es el tamaño inapropiado de los zapatos.

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Callos y ampollas -

Pero los callos y durezas también pueden producirse por la fricción, la presión, la irritación o incluso por las acciones repetitivas o por pasar mucho tiempo de pie.

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Dolor -

Las ampollas suelen formarse en la parte superior del pie, sobre todo en los dedos. Pueden tener el tamaño de un guisante o ser más grandes. Por lo general, son dolorosas al tacto.

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Comprueba la zona -

Los callos suelen salir en la parte inferior de los pies, sobre todo en el talón.

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Piedra pómez -

Los callos y las ampollas pueden tratarse con facilidad. Hazte con una piedra pómez y pásatela por la zona afectada mientras te das un baño o una ducha.

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Almohadillas -

Hoy en día existen almohadillas específicas que ayudan a que las ampollas no se irriten más de la cuenta y a aliviar el dolor y la presión.

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¡A remojo! -

Si notas los pies cansados o doloridos, sumérgelos de vez en cuando en una mezcla de agua tibia, dos cucharadas de sal marina, unas gotas de aceite esencial de lavanda y una cucharada de aceite de oliva.

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Cómo eliminar el mal olor -

¡No gastes dinero en desodorantes! Masajéate los pies con limón después de ducharte o bañarte para mantener el mal olor a raya. Después, échate polvos de talco antes de ponerte los zapatos.

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Cómo curar los talones agrietados -

Tener los talones agrietados puede ser muy doloroso e incluso impedirte caminar como es debido. Para rejuvenecer los pies, ponlos a remojo en una mezcla de agua tibia, azúcar y aceite de oliva una vez al mes hasta que la piel esté mejor.

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Haz deporte -

Para mantenerte en forma (y gozar de unos pies sanos) es importante hacer ejercicio todos los días. De esta forma mantendrás muchas enfermedades crónicas a raya. Eso sí, ¡ponte un calzado cómodo y específico para el deporte que pretendes practicar!

Fuentes: (Diabetes UK) (National Health Service) (American College of Foot and Ankle Surgeons) (Healthline)

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