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La reina Victoria fue una de las monarcas más influyentes de la historia británica. De hecho, tanto fue así que el período histórico en el que reinó se conoce como la era victoriana. En esa época, se le daba mucha más importancia a los funerales cuando alguien moría. La esperanza de vida era menor y la muerte era parte del día a día. Los rituales y el significado de los funerales ayudaba a lidiar con la difícil realidad.
Mucha gente dejaba instrucciones para su funeral y su entierro y la reina Victoria no es una excepción. De hecho, la mujer dejó un detallado manual de nada menos que 12 páginas. Era conocida por sus excentricidades y eso quedó de relevancia en sus últimos deseos.
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La reina Victoria dictó su larga lista de peticiones forenses a su médico personal, Sir James Reid. Confió en él para que mantuviese el documento en secreto hasta su muerte.
La reina Victoria se llevaba mal con mucha gente, incluyendo algunos de sus nueve hijos y creyó que discutirían e intentarían alterar sus últimos deseos si lo descubrían. Sin James Reid era responsable de hacer cumplir sus últimos deseos.
Muchas de sus peticiones incluían elementos que quería que metiesen en su ataúd. Reid lo mantuvo en secreto hasta que la reina ya estaba enterrada porque estaba seguro de que los hijos de la monarca no habrían estado de acuerdo.
Se las arreglaron para esconder los elementos más polémicos llenando su ataúd de flores y poniéndole un ramo de flores en las manos. El florista real trajo flores de todas partes del mundo, pero la reina Victoria dejó instrucciones para que enterrasen con ella algunas ramitas de brezo.
El brezo es una flor común en Escocia y muchos creen que este deseo estaba relacionado con el que se decía que era su amante escocés, John Brown. La enterraron con una foto suya escondida en las manos.
Se cree que la reina Victoria mantenía una aventura con John Brown al final de su vida, pero había sido muy dedicada a su marido, el príncipe Alberto, que murió 40 años antes que ella. Uno de sus deseos era que la enterrasen con un molde de yeso de su mano.
Cuando murió el príncipe Albert, la reina Victoria vivió un duelo extremadamente duro porque era incapaz de aceptar su muerte. Insistió en que sus sirvientes siguiesen realizando sus rituales mañaneros a diario: debían traerle su kit de afeitar y sus ropas y retirarlos al final del día. Incluso dormía con un molde de yeso de su mano.
Incluso se cree que la reina Victoria se implicó en el ocultismo debido a su dolor, lo cual no era infrecuente en ese momento. El espiritismo, el hipnotismo y las lecturas de cristales fueron extremadamente populares. El espiritismo de la era victoriana mezcló la religión con otras creencias más místicas.
Incluso cuando era niña, la reina Victoria llevaba un medallón con un mechón de su difunto padre dentro, ya que creía que le daba una conexión con él. Cuando se casó con el príncipe Alberto, se hizo otro medallón con pelo de su marido y también pidió que la enterraran con un mechón de cabello de John Brown.
Aunque la reina Victoria sea conocida por ser muy sentimental, algunos creen que estos recuerdos tenían un propósito: ayudarles a reencontrarse en el más allá. Los mediums a menudo solicitarían estos elementos para ayudarles a conectar con los espíritus de los seres queridos.
La reina Victoria no pensó que tuviese nada de malo llenar su ataúd con recuerdos de su marido y de su supuesto amante y parece un intento por reunirse con ambos en el más allá.
John Brown falleció en 1883, 18 años antes de la muerte de la reina Victoria. Se cree que ella puede haber tenido otras aventuras tras su muerte, pero no hay duda de que el príncipe Alberto fue el mayor amor de su vida y John Brown, el segundo.
A los hijos de la reina Victoria no les gustaba su relación con John Brown y retiraron todos los recuerdos de él de las casas reales tras la muerte de su madre, pero el Dr. Reid se aseguró de que la enterrasen con objetos de él.
Tradicionalmente, las bodas se asocian con el blanco y los funerales, con el negro. La reina Victoria se casó vestida de blanco, pero mucha gente piensa que iba de negro. Esto se debe a que en la mayoría de las fotos que tenemos de ella hechas tras la muerte del príncipe se la ve de luto.
Sin embargo, solicitó que su funeral contase con decoración totalmente blanca, en lugar de negra. Incluso la enterraron con un vestido blanco y un velo de novia. Muchos interpretan esto como un signo de dedicación a su matrimonio y de su duelo no resuelto.
Por si esto fuera poco, la reina Victoria fue enterrada con una alianza de boda en cada mano. Una era una alianza de la boda con el príncipe Alberto y la otra supuestamente era para John Brown.
La princesa Alice era una de las hijas favoritas de la reina Victoria. Tuvo una estrecha relación tanto con su madre como con su padre. Cuidó de su padre cuando estaba enfermo y asumió los deberes de su madre y cuidó de ella cuando estaba pasando el luto.
La princesa Alice bordó una capa y se la regaló al príncipe Alberto, que la llevó con orgullo durante años. Desafortunadamente, Alice contrajo difteria mientras cuidaba a soldados en la Guerra austro-prusiana y murió con tan solo 35 años. La reina Victoria solicitó que la enterraran con la capa.
La enterraron con anillos en todos los dedos, múltiples pulseras y collares y broches con joyas incrustadas. Cada objeto tenía un significado especial para ella. Por supuesto, también la enterraron agarrando el molde de la mano del príncipe y una foto de John Brown. Consiguieron ponerle también un ramo de flores en las manos para ocultar todo lo demás.
El traje que el príncipe Alberto llevó a la boda también se enterró con ella. Tenía un significado especial para ella e insistía para que sus criados lo sacasen todas las mañanas desde la muerte del príncipe.
El ataúd iba muy cargado: en el fondo llevaba una capa de carbón, que absorbe los líquidos y malos olores de la descomposición. Encima, estaba el traje del príncipe Alberto. El cuerpo de la reina Victoria estaba tendido sobre el traje y rodeado por todos los demás objetos.
Poco antes de su muerte, la reina Victoria le pidió a su médico ver a su perro. Adoraba a los perros y, cuando murió, su mascota favorita era un perro de pomerania llamado Turi. Al final, el médico pudo cumplir el que tal vez fuese el último deseo de la reina: morir en compañía de Turi.
La reina Victoria quería un funeral digno de un monarca de su nivel. Había reinado durante 61 años, todo un récord, hasta que Isabell II lo batió en 2015.
La reina Victoria solicitó un gran funeral militar. Quería que se realizase un espectáculo ecuestre y su ataúd se sacó en una procesión militar en un afuste a través de las calles de Londres.
La reina Victoria se retiró más o menos de la vida pública cuando el príncipe Alberto murió. No quería que expusiesen su cuerpo para que el público lo viese, como mandaba la tradición.
En lugar de eso, quería que su ataúd fuese directamente a la St George's Chapel, donde tuvo lugar el funeral. Solo permitió que se realizasen visitas privadas durante dos días para que su familia pudiese velarla, pero obviamente había muchas cosas en su ataúd que no quería que viesen. Actualmente, descansa en el Royal Mausoleum, en el Frogmore Estate, en Windsor, junto al príncipe Alberto.
Fuentes: (History Collection) (Ripley's) (The Guardian)